'REWILDING' SÍ, PERO NO ASÍ

EUGENIO FERNÁNDEZ

Crónicas de Fauna / Terabithia Press

Fotos: Terabithia Stock / Sergio Pitamitz & Bison Bonasus @BisonteEuropeo

Como sin duda ya sabrá el lector, durante los últimos años se han producido diversas reintroducciones de bisonte europeo (Bison bonasus) en varias reservas privadas del territorio español. Al tratarse de reservas privadas, estas reintroducciones no forman parte de ningún programa oficial por parte de las administraciones públicas hacia este animal, sin perjuicio de que hayan cumplido con los trámites administrativos, veterinarios y zootécnicos que correspondan.

He hablado conscientemente de “reintroducción” y no de “introducción”. El bisonte vivió en la Península Ibérica hasta el comienzo del Holoceno, por lo que no se trata de un animal nuevo en nuestra fauna, y en su momento fue perfectamente contemporáneo y coterráneo de especies que siguen entre nosotros como el ciervo rojo, el corzo o la cabra montesa. Los detractores de la reintroducción del bisonte en nuestro país arguyen, con razón, que el bisonte que vivía en la Península era una especie distinta: el bisonte de estepa (Bison priscus), especie que se extinguió.
Sin embargo, existen dos razones perfectamente válidas para traer de nuevo a nuestra fauna al mayor herbívoro europeo, a saber:
En primer lugar, el bisonte europeo es un híbrido natural entre el bisonte de estepa y el uro (Bos primigenius), por consiguiente podemos considerarlo perfectamente como un bisonte de estepa con introgresión genética del ancestro de nuestro ganado doméstico, lo que lo iguala perfectamente a los bisontes americanos hibridados con vacuno (“beefalo”) que existen en los EE UU.

En segundo lugar, tanto si se trata de bisonte de estepa como de bisonte europeo, nos encontramos con un animal que ocupa exactamente el mismo nicho ecológico, con lo que restableceríamos una riqueza y una función ecológica que se perdieron en su momento.

No era esto el objeto principal de este artículo pero conviene aclararlo para que el lector tenga las ideas claras al respecto. Como decía antes, estos bisontes han sido reintroducidos en fincas privadas, algunas para recreo particular de su propietario (si bien en el caso de cierta finca segoviana perteneciente a un importante empresario sudamericano, sé de buena tinta que están estudiando un plan de explotación turística de los mismos), y en otras para formar parte de un negocio como puede ser “Paleolítico Vivo”, un “Parque paleontológico” donde se exhiben en plan safari algunas de las especies animales características de nuestro Paleolítico.

Todo esto está muy bien. Yo soy un gran defensor de considerar a la fauna silvestre como una fuente de ingresos para un territorio dado sin tener que matarla ni cazarla, y otro de estos ejemplos, la Reserva del Bisonte Europeo ha servido para poner en el mapa y atraer visitantes a San Cebrián de Mudá (Palencia) y dar dinamismo a su comarca rural. Pero otros proyectos languidecen sin demasiado futuro como la Reserva del Bisonte en Anciles (Riaño), e incluso hay proyectos donde claramente está detrás la industria cinegética como Andújar (Jaén).

La reintroducción de bisontes en libertad
No podemos apoyar la continuación de estos proyectos. Están bien los que ya están en marcha, siempre y cuando haya un proyecto claro de negocio educativo basado en la contemplación de estos animales, pero ya toca pasar a la siguiente fase: la reintroducción de bisontes en libertad. A este
respecto me gustaría resaltar lo que se está haciendo en Rumanía. Tras doscientos años exterminado debido a la sobrecaza, en 2014 se reintrodujo el bisonte europeo en los Cárpatos meridionales, concretamente en las Montañas Tarcu, en lo que es el Banato. Esta
reintroducción contó con la dirección técnica de organizaciones especializadas como Rewilding Europe y WWF Romania, con la financiación de un proyecto europeo LIFE y las bendiciones y permisos del Gobierno rumano. Hoy día existe en la región la mayor manada rumana de bisonte europeo, con 100 ejemplares (y 40 terneros nacidos en ella), que se mueven libremente sin pertenecer a ninguna reserva vallada ni en régimen de semilibertad. Son animales silvestres por completo. Esta reintroducción contó con el apoyo de las comunidades locales, cuya cabeza se encuentra en el municipio de Armenis, y cuyo alcalde hizo una extraordinaria labor de pedagogía entre la población local para mostrar los beneficios que los bisontes podían aportar a la comarca.
Entre ellos, se encuentra la creación de puestos de trabajo directos: los cuatro ‘rangers’ que vigilan y monitorizan la manada son personas locales, del pueblo, que han encontrado la manera de trabajar en su pueblo y en su comarca, amén de las familias que dependen de su sueldo. Estos ‘rangers’ también realizan labores de guía para los visitantes que acuden a la región para avistar y observar a los bisontes, y en el pueblo se ha desatado una verdadera bisontemanía, con la elaboración de
artesanías, camisetas y bordados tradicionales con temática relacionada con el bisonte.

Es interesante resaltar que, a pesar de que en Rumanía existe una fuerte tradición de caza de grandes animales como el oso, el ciervo o el lobo, ningún cazador ha molestado a estos bisontes ni se ha presionado al Gobierno en ninguna forma para que se permita su caza.

¿Es tan difícil hacer esto en España?

Tiene su dificultad, sin duda. Para ello, habría que vencer ciertas inercias y resistencias tanto en las administraciones públicas como en la sociedad civil:

– Las Administraciones tienen una concepción muy “patrimonial” de la fauna silvestre (lo que no quiere decir que se la proteja de una forma efectiva, ojo). Se quiere ejercer un control muy estrecho sobre la fauna, y señalar dónde pueden, y dónde no pueden vivir o moverse. Las iniciativas privadas son vistas con desconfianza fuera de propiedad privada, salvo que estén dirigidas y tuteladas por la propia Administración.

– Se pretende mantener una separación tajante, insuperable y artificial, entre la fauna silvestre y la sociedad humana. Se tiende a “entregar” el manejo, vigilancia y gestión de la fauna silvestre al sector académico, que considera la naturaleza silvestre como un “cortijo particular” donde ninguna iniciativa tiene cabida si no es dentro de sus propias actividades o bajo su propia iniciativa. Estas iniciativas suelen subcontratarse a un puñado de ONGs muy asentadas y con una imbricación muy
estrecha con las Administraciones y con el sector académico. Nada se mueve ni se hace sin su “permiso”.

– En amplios sectores del mundo rural se sigue teniendo una mentalidad propia del siglo pasado con respecto de la fauna: o se la caza, o se la extermina por ser un estorbo. No se entiende aún el hecho
de que la fauna silvestre puede dar beneficios económicos a una comunidad estando viva y libre.

Urge empezar a desgastar estas mentalidades e inercias si queremos de verdad cambiar nuestra relación con la fauna silvestre e iniciar un verdadero programa de ‘rewilding’ en nuestro territorio.

© Crónicas de Fauna 2021