Eduardo Fernández / Sigüenza, Guadalajara / SPAIN

La declaración de zona de extracción de agua mineral natural supone una figura añadida de protección ambiental. La tarea de esta industria minera, sostenible y renovable, no altera el equilibrio hídrico. Como muestra, un recorrido por la planta de envasado de Font Vella en el manantial del Barranco del Río Dulce

Sorprende conocer que cuando abrimos una botella de agua mineral natural y la bebemos es el primer momento en que esa agua tiene contacto con el exterior, después de haber estado ‘sellada’ geológicamente durante décadas, incluso siglos, a cientos de metros de profundidad, preservando su pureza y adquiriendo las propiedades que ya la han convertido en la bebida más consumida por los españoles, por delante de los refrescos, la cerveza y el vino. El proceso de envasado garantiza que el agua llega a nuestra boca tal y como ‘duerme’ en el subsuelo, sin interacción alguna con el ambiente.

Las aguas minerales naturales son puras desde su origen, siempre subterráneo. Proceden del agua de lluvia o nieve y, durante decenios, se van filtrando entre las rocas y el terreno, adquiriendo su mineralización y formando acuíferos ‘estancos’, preservados de cualquier interacción no deseada con el exterior. Esa agua puede permanecer en el subsuelo incluso durante siglos, manteniendo su total pureza, protegida de toda contaminación gracias a la acción del propio ecosistema y entorno geológico. Cuanto más profunda se encuentre la fuente, más pura será, al estar ‘sellada’ geológicamente y protegida de la contaminación microbiológica de la superficie. En España la Ley obliga a que el agua mineral sea envasada a pie de manantial, precisamente para que su primer contacto con el ambiente sea el momento en el que se abre el envase. Su composición es el resultado de un lento equilibrio entre el agua de lluvia filtrada y los minerales que conforman las rocas: la temperatura, el tiempo de permanencia y la profundidad del acuífero, determinan la ‘personalidad’ mineral y organoléptica de cada tipo de agua. Las aguas minerales naturales que se envasan en España tan sólo representan un 0,03% de los recursos hídricos subterráneos de nuestro país, que cuenta con 120 manantiales activos para envasado.

Mirador de Rodríguez de la Fuente, sobre el Barranco del Dulce

Río Dulce, agua pura

Uno de los principales manantiales donde capta el agua pura Font Vella, (marca de agua mineral natural de Aguas Danone) es el Parque Natural del Barranco del Río Dulce, en tierras de Sigüenza (Guadalajara), parajes icónicos a más de 1.000 metros de altitud utilizados como ‘plató natural’ por Félix Rodríguez de la Fuente en la filmación de numerosos episodios de la Serie ‘El Hombre y La Tierra’. Es éste el paradigma de cómo una explotación de extracción de agua pura, considerada actividad minera, contribuye a la protección de un espacio natural de alto valor botánico y faunístico.

El perímetro de protección de este hontanar seguntino (5.000 hectáreas en este caso) preserva los biotopos de toda la zona de recarga del acuífero del que surge el manantial, con el objeto de evitar la eventual contaminación de las aguas, por actividades humanas, explotaciones ganaderas no controladas, vertidos y otros agentes de riesgo. Así, la declaración de zona de extracción de agua mineral natural supone una especie de ‘figura añadida de protección ambiental’ de facto, que se añade a las numerosas normativas de preservación aplicadas, en este caso por la Junta de Castilla-La Mancha.

Esta agua, antes conocida como Agua Fuentecilla, procedente de la finca Cutamilla (Reserva Natural Histórica de 1.200 hectáreas en la que se integra la planta de envasado), «se extrae por gravedad desde un depósito intermedio en el propio manantial, o por sondeo, para alcanzar los acuíferos más profundos, en torno a 260 metros», según detalla la jefa de calidad, Ana Caballero, quien guía el recorrido informativo para especialistas por la planta de envasado [el manantial se encuentra sólo a un kilómetro en línea recta] y también por los terrenos anexos a la misma, «que se encuentran vallados y vigilados permanentemente para evitar cualquier tipo de acceso no controlado al manantial que pudiera alterar el biotopo o contaminar el agua».

Hace unos dos siglos que el agua comenzó a envasarse en los balnearios y a comercializarse en farmacias bajo el epígrafe de agua minero-medicinal. En 1918 ya se comercializaban las garrafas de agua de mesa Font Vella desde el Espacio Natural de Les Guilleries (Sant Hilari Sacalm, Girona) hasta la ciudad de Barcelona, consideradas en aquel tiempo de excelente calidad. Obtenida a 685 metros sobre el nivel del mar, se tenía por ‘medicinal’ en el siglo XIX «debido a su composición bicarbonatada cálcica ferruginosa», según certificó en 1889 Narciso Carbó y de Aloy, profesor de Terapéutica de la Universidad de Barcelona, en su singular y muy curioso ‘Catálogo General de Aguas Minero-Medicinales de España y el Extranjero’, editado por Luis Tasso Serra en Barcelona.

Valioso recurso subterráneo

«El agua mineral es un recurso único y 100% natural que favorece el desarrollo social, cultural y económico de los territorios de donde surge. España, el cuarto Estado de la Unión Europea en términos de producción, es un ejemplo claro del potencial de este tesoro subterráneo. El sector aporta ya más de 1.000 millones al PIB», detalla la secretaria general de Aneabe, Irene Zafra, quien acompaña la visita al manantial. «La sostenibilidad abarca desde el cuidado del medio ambiente hasta el desarrollo local: creación de riqueza y empleo, de forma respetuosa con el entorno. El compromiso principal de este sector productivo con la sociedad es la protección del agua, cuya principal característica es la pureza original, y el cuidado del medioambiente; el envasado de este tipo de agua es perfectamente sostenible, pues el volumen de agua mineral que se embotella en España no modifica en absoluto el ciclo hídrico», añade.

Equilibrio natural

En 2021 se envasaron en las tres líneas de esta planta de Font Vella 140 millones de litros de agua, pero los agentes implicados velan porque no se modifique el proceso natural del acuífero. «El agua extraída no altera el equilibrio natural y, si bien se trata de una industria consideraba minera, también es sostenible y renovable, pues los acuíferos se recargan de forma natural cada ciclo estacional. Minas es el departamento encargado de calcular cada año el volumen de agua que se puede captar: tras realizar un balance hídrico, se determina el porcentaje de agua que puede ser extraída, que siempre es una porción pequeña con respecto al caudal del acuífero que nutre el manantial», explica a pie de planta el presidente de Aneabe, Francisco Vallejo.

«El sector emplea a 30.000 personas y ayuda a fijar la población en el entorno rural, pues la mayoría de manantiales se ubican en términos municipales de menos de 2.000 habitantes. Nuestro residuo industrial es prácticamente cero y, a nivel energético, invertimos en procesos eficientes, que nos han llevado ya a obtener una reducción drástica del consumo y una progresiva disminución de las emisiones a la atmósfera —prosigue Vallejo—. Nuestra industria vive del medioambiente y, por eso mismo, somos los más egoístas a la hora de cuidar la naturaleza y proteger el entorno en el que desarrollamos esta actividad, imprescindible para el consumidor que necesita garantías de calidad y composición del agua que consume».

Compromiso con el desarrollo rural

Font Vella y la asociación provincial agrícola de la zona de Sigüenza, APAG-Coagral, han renovado el pasado mes de diciembre el convenio de colaboración para impulsar prácticas agrícolas que tengan un impacto positivo en el entorno del manantial. Se incluyen incentivos para la conversión a parcelas de cultivo ecológico en las zonas de Pelegrina y Algora, y cambios de uso agrario del cereal al lavandín, que genera menor huella por empleo de fertilizantes y aporta mayor protección de las aguas subterráneas. Esta contribución de Danone se suma a las colaboraciones con el Ayuntamiento de Sigüenza para promover acciones con impacto social y ambiental, como el proyecto de custodia para favorecer la biodiversidad del paraje Monte del Pinar, el bosque encantado mencionado en El Quijote donde el Caballero Andante y Sancho hallaron atada a un pino a su bella reina Zenobia.

Estación de captación por gravedad en el hontanar de Sigüenza
Tierras de Pelegrina con cambio de uso agrícola. Al fondo, el pueblo y la atalaya.

Aparte de estas acciones ambientales, Font Vella y la Asociación Micorriza desarrollan desde hace más de dos años proyectos para cuidar los espacios naturales de Sigüenza. Se han plantado más de un centenar de nuevos árboles autóctonos, con la incorporación de siete nuevas especies, también nativas en esta comarca de Guadalajara, aumentando la capacidad de secuestro de CO2 por encima de las 13 toneladas anuales. Tareas de mantenimiento y jornadas de riego, así como acciones de voluntariado para eliminar vegetación alóctona, y la construcción de dos charcas para la atracción y cuidado de la fauna completan la acción ambiental de Font Vella, que también se ha asociado con la organización Sèlvans en Sant Hilari Sacalm (Girona), con Anse (Asociación de Naturalistas del Sureste) y Red Cambera, para cuidar el río Segura (Murcia) y la zona fluvial de Cantabria, entidades con las que se realizan actividades de voluntariado de forma periódica.

«Nuestro objetivo es ir más allá de la protección de las áreas naturales, y estas uniones con entidades punteras nos ayudan a ser líderes en la conservación de la biodiversidad de nuestros espacios y la lucha contra el littering [tirar basura o desperdicios de manera intencionada en cualquier lugar], señala Gemma Barceló, responsable de Reglamentación y Relaciones Externas de Danone Iberia. Aguas Danone, compañía líder del mercado español en agua mineral natural, cuenta con tres plantas envasadoras de agua mineral natural: Sant Hilari Sacalm en Girona, Sigüenza y Lanjarón (Granada).

El negocio de Aguas Danone España está certificado como empresa B Corp «por su modelo empresarial pionero, por cumplir con los más altos estándares de desempeño social y ambiental, transparencia y responsabilidad» y aspira «a ser un actor de cambio y contribuir positivamente a construir un mundo más sostenible», explica Gemma Barceló: «Font Vella ha sido pionera en comercializar una botella de agua con plástico reciclado (25% R-PET); más del 95% de la energía consumida [en las plantas de envasado] procede de fuentes renovables; y el 21% de los vehículos de la flota comercial son ya híbridos o eléctricos».

Ecodiseño y circularidad

Al hilo de la polémica suscitada por el denominado ‘impuesto al plástico’, Francisco Vallejo asegura que ya se recuperan más del 90% de las botellas que se ponen en el mercado y, por su parte, Irene Zafra insiste en la sostenibilidad del sector pues, según sus palabras, «en la actualidad todos los envases utilizados por las empresas de aguas minerales son 100% reciclables y, así, ha quedado demostrado el compromiso de Aneabe con el trabajo por la calidad del envasado, con inversión constante en investigación y en el desarrollo de las fórmulas más novedosas de ecodiseño para favorecer el reciclaje». «El impulso de los envases circulares es clave —concluye—, para que nuestro país acelere hacia la Economía Circular». El agua es el modelo.

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