Las e-bikes con asistencia al pedaleo acercan la exploración de territorios protegidos a personas de cualquier edad y condición física

Eduardo Fernández / Madrid / Spain – Imágenes Terabithia / Treck

Ascenso al primer puerto de montaña por el que se accede a la Reserva Natural de La Pedriza, en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Dos senderistas que caminan por el arcén se frotan los ojos con incredulidad y asombro. —Mira qué pasada… ¡Cómo suben!, —exclaman. Una pareja de ciclistas en vaqueros y sneakers, bien entrado en años él, coronan las últimas rampas del Collado de Quebrantaherraduras (el nombre lo dice todo), sonriendo y ¡silvando una habanera!, a una velocidad que ya quisiera alcanzar escalando el Alpe d’Huez el mejor Perico Delgado del Tour de Francia.

No somos deportistas de élite sino dos personas normales, eso sí, apasionados de la aventura en contacto con la Naturaleza, que durante años hemos acumulado la suficiente técnica sobre dos ruedas para intentar exprimir al máximo las posibilidades de sendas máquinas de fabricar libertad y felicidad: las e-bikes con asistencia al pedaleo. Ya no quiero montar en una bici normal, por buena que sea. Disfrutando sobre dos de los modelos híbridos que la marca estadounidense Trek ha lanzado al mercado a finales de 2022 no pierdo en ningún momento las sensaciones de una bici normal, pero el relax y la contemplación de la Naturaleza reemplazan al sufrimiento cuando la carretera pica hacia arriba, el momento en que más amplia luce la sonrisa, porque la Dual Sport y la FX suben casi solas.

Recuperar las sensaciones

La bicicleta con asistencia está facilitando que muchas personas mantengan o accedan a esta forma de hacer ejercicio al aire libre y en grupo y, aquellas personas de cierta edad que han renunciado a los desplazamientos largos pueden mantener su actividad, recuperar la sensación de libertad y explorar zonas naturales donde ya no llegarían caminando o necesitarían mucho tiempo para hacerlo.

En un recorrido mixto en un entorno natural, al final de la jornada se hace el mismo esfuerzo que en una bicicleta sin asistencia, pero dosificado en kilómetros o desnivel porque se llega más lejos y más alto. Incluso se puede exprimir más las posibilidades físicas y la intensidad del esfuerzo si se desea —porque no existe el temor a la ‘pájara’, o al simple cansancio, que en ocasiones convierte el regreso en una odisea—. El motor, ubicado en el buje de la rueda trasera, se puede desconectar con tan sólo pulsar un botón y reservar la batería cuando no quede más remedio.

Las e-bikes no son mini-motos, ni necesariamente se hace menos deporte con ellas —el ciclista decide la cantidad de esfuerzo y ejercicio que desea asumir—, no son para vagos, ni para enfermos, aunque bien es cierto que ofrecen la posibilidad de seguir disfrutando de largos paseos en la naturaleza a personas que sufren determinadas dolencias y piensan que han de abandonar esta práctica. O bien a quienes desean recuperar la forma —o la movilidad articular— , de manera gradual, tras recuperarse de una lesión en los miembros inferiores o en las espalda. Es un complemento adecuado en muchos casos al final de las fases de rehabilitación. Por ejemplo, y siempre bajo supervisión médica, para personas que deben controlar su ritmo cardíaco y tensión arterial pero les conviene realizar ejercicio cardiorespiratorio moderado. 

Diversión con seguridad

La asistencia al pedaleo (pedelec) proporciona impulso solamente mientras se pedalea, lo cual ofrece gran seguridad y evita sustos por no ‘quitar gas’ a tiempo en las bicis eléctricas con motor, y el acelerador en la empuñadura. En una recta larga, por ejemplo, seleccionando el nivel más alto de asistencia y moviendo de forma testimonial los pedales, simplemente para que el sensor de asistencia detecte nuestras pedaladas, circularemos a 25 km/hora sin ningún esfuerzo. La normativa de la DGT es que las bicicletas con pedaleo asistido ­(EPAC, Electronically Power Assisted Cycles), no precisan estar matriculadas ni tener seguro, pues cuentan con un motor eléctrico auxiliar, cuya potencia, por seguridad y normativa de tráfico, disminuye progresivamente y finalmente se interrumpe antes de alcance los 25 km/h o si el ciclista deja de pedalear. Pero atención, eso no quiere decir que en ambos modelos no se pueda circular mucho más deprisa [lo que permita la normativa vial] y con mucha más diversión. Sólo hay que apagar la asistencia eléctrica y a disfrutar aún más: cuando el terreno es llano y, sobre todo en bajadas, engranando el piñón más pequeño de los nueve con los que cuenta el cambio —sólo van equipadas con un plato— y pedaleando con soltura, es posible superar los 40 km/h con cierta facilidad gracias a la magnífica calidad de rodadura, finura mecánica, precisión en el giro y estabilidad dinámica que nos ofrecen ambos modelos, con la seguridad de que podremos detenernos a voluntad ayudados por sendos frenos de disco eficacísimos, muy progresivos y de manejo suave e intuitivo. Las bajadas por pistas de tierra firme por el campo con la Dual Sport+ son puro disfrute y pura adrenalina para todas las edades.

La versiones probadas no contaban con amortiguación (rígidas) lo cual, lejos de ser un problema, también es una ventaja si la ruta no es pedregosa, o el sendero abrupto y bacheado. Para terrenos complicados, la verdad, se agradece mucho una buena amortiguación, pero claro, éstas son más ligeras, más eficientes al pedalear, requieren menos mantenimiento y, sobre todo, son mucho más cómodas, adecuadas y sencillas de utilizar por ciclistas principiantes e incluso por personas de edad avanzada que antes no se desplazaban en bici. Y, como aliciente adicional, son bastante más baratas que las bicicletas ideadas para ciclismo todo-terreno, de montaña o para descensos off-road, cuya conducción eficaz y segura, en cualquier caso, exige conocimientos técnicos más avanzados y obliga al pedalista a mantener una posición eficaz para el propósito, pero bastante más incómoda que la que se adopta en Dual Sport o en la FX+ —las que hemos empleado para desplazarnos entre pueblo y pueblo de la Sierra de Madrid  en esta prueba—, modelos con los que salir a dar un simple paseo por un entorno natural, por una cañada, una vía verde o simplemente junto a la playa se convierte en una experiencia estimulante y placentera.

Versatilidad y autonomía suficiente

La industria ciclista avanza desde hace años a pasos de gigante afinando la estética y reduciendo el peso, pero sobre todo alargando la autonomía y buscando el equilibrio entre impulso eléctrico, naturalidad y sensaciones. En esta línea, la Dual Sport+ es una bicicleta eléctrica ideal para todos, para disfrutar del día a día o de grandes aventuras por cualquier lugar: caminos, asfalto, pistas e incluso senderos sencillos. Esta e-bike híbrida resulta versátil, estable y cómoda tanto en carretera como en montaña. Incorpora ruedas rígidas y cubiertas anchas y semiblandas que aportan confianza en toda circunstancia. El cuadro ‘stagger’ con el tubo superior más bajo añade mucha seguridad al inclinarnos o detenernos y comodidad al subir y bajar de la bicicleta.

Por su parte, la FX+2 es básicamente urbana, muy práctica e intuitiva. A su calidad de rodadura y ligereza para ser e-bike (18 kg.) se añade una muy completa equipación, con luces potentes e incluso con guardabarros para evitar ensuciar la ropa, diseñada sobre todo para recorridos más rápidos, seguros y divertidos. Si la autonomía media de 50 kilómetros se quedara escasa, cosa poco probable, para los más valientes existe la posibilidad de incorporar (en ambos modelos) una segunda batería en el lugar del portabidón, incrementando la autonomía de este coqueto ‘avión’ sobre dos ruedas.

Transporte sostenible y anticrisis

La contaminación medioambiental de este tipo de locomoción –más allá de la generada en el punto de producción de la electricidad si no es ‘verde’— es nula. El consumo aproximado cada 100 km es 1kw/h, según los especialistas consultados. La batería, con cargador portátil ligero que puede ir en la mochila o en las alforjas, se recarga —por ejemplo en la oficina, o en la estación de cercanías—  en cualquier toma corriente de 220 voltios y se obtiene el máximo de carga en unas tres horas de media. Para un desplazamiento medio por ciudad de ida y vuelta, la batería cargada a tope nos proporciona asistencia de sobra y permite que el trayecto, por ejemplo, a la universidad o al trabajo, sea un disfrute, una manera de mantenerse activos, y un aliciente económico: para un recorrido medio en una ciudad estándar de unos 30 kilómetros diarios se ahorrarían, de media, unos 1.200 € al año en comparación con un utilitario, más otros mil euros en párking, impuestos, mantenimiento y seguro. Una e-bike urbana —utilizada a diario—  apenas supondría un gasto de unos 175 euros en recambios y mantenimiento general. El precio, más elevado que el de una bicicleta ‘normal’, tampoco es un problema, dado que con el ahorro que supone su uso se pueden cubrir los asequibles plazos mensuales que ofrecen la mayoría de marcas y comercios importantes.

El gravel, la disciplina reina

Una modalidad ciclista originaria de los Estados Unidos se ha implantado en España como una tendencia imparable en el mundo del ciclismo: el ‘gravel’. Una interesante mezcla entre ciclismo de carretera y de montaña que permite exprimir los alicientes de ambas disciplinas y disfrutar sin límites ni restricciones: sólo los que imponía antes la forma física del ciclista. Termina el asfalto y comienza la aventura.

Para ser aptas a todos los públicoso han llegado las ‘gravel e-bikes’, que permiten igualar las fuerzas en salidas en grupo con ciclistas de muy diferente forma física, edad y sexo, e incluso la participación de ‘riders’ expertos por encima de los 70 años que quieren seguir disfrutando de las salidas en grupo sin penalizar el ritmo de los compañeros más jóvenes. Ya no hay que decidir entre montaña y carretera, entre asfalto y tierra, estas máquinas de ruedas gordas y diseños futuristas permiten un ciclismo más versátil y dinámico, ideal para circular por asfalto en rutas de montaña o por territorios naturales vetados al tráfico —por su gran similitud con las bicis de carretera (de carreras que decían los niños)—, pero fantásticas en travesías por pistas de tierra o grava, con agua o con barro, e incluso para circular por senderos estrechos y abruptos. Son las reinas del nuevo turismo sostenible sobre dos ruedas. ¿Quién no se atreve ahora a cruzar este verano España en bicicleta?