¿PARQUES TEMÁTICOS
DE FAUNA?
EUGENIO FERNÁNDEZ
Crónicas de Fauna / Terabithia Press
Se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con ellos, pero lo que nadie puede negar a los conservacionistas partidarios de la “renaturalización” o el “rewilding” es que tienen un proyecto nítido, claro y con cero ambigüedad sobre lo que quieren (queremos) para nuestros campos abandonados.
Mientras las Administraciones Públicas se pierden en minúsculos proyectitos de alcance vecinal y en discusiones sobre si la “gobernanza” de Villarriba es más eficiente que la de Villabajo, los habitantes de nuestro mundo rural votan con los pies y se van a las ciudades. Donde, por cierto, empeorarán su calidad de vida pero al menos tendrán un puesto de trabajo, mejor o peor (más bien peor). Nadie más propone nada para el mundo rural. Cero propuestas.
Los que quedan en los pueblos, capitaneados por cazadores y ganaderos, suelen mofarse de los proyectos conservacionistas diciendo que lo que quieren es convertir a lo que queda de la España Vaciada en un “parque temático de fauna”. Pues vamos a ver qué es eso.
Para bien y para mal, España se ha convertido en un país que vive del turismo. Hoy día nadie discute que la costa mediterránea se haya convertido en un “parque temático playero”, y no he oído a nadie que se queje o discuta que nuestras magníficas ciudades monumentales del interior se hayan convertido en un “parque temático histórico-artístico”. En principio, no entiendo qué objeción se puede poner, en este contexto, que se intente revitalizar la España Vaciada recuperando en la medida de lo posible ecosistemas y fauna silvestre con objeto de atraer a los muchos y adinerados turistas que recorren todo el mundo para fotografiar un simple pájaro.
Osea, playas sí. Monumentos y museos, también. Pero fauna silvestre… mire usted, pero no. Por encima de mi cadáver. Ésa es la actitud y ése es el nivel.
Lo que subyace bajo esta crítica es el fin de una forma de vida. En eso, fíjense mis pacientes lectores, coincido plenamente con estos colectivos de nostálgicos de las Juntas de Extinción de Alimañas. En efecto, la España rural no da para más. Los cazadores envejecen sin relevo generacional, y lo mismo les pasa a los ganaderos. Puede argumentarse que también tenemos a los agricultores y que alguien tiene que dar de comer a los españoles. Bien. Vamos a abrir ese melón también.
Tengo la sensación de que una vez hayan desaparecido los cazadores y la ganadería se haya reducido únicamente a los lugares donde puede ser rentable, a los agricultores les va a ir mucho mejor que ahora. Los agricultores son el jamón dentro de un bocadillo formado por cazadores y ganaderos. Desde los tiempos de La Mesta, la ganadería tuvo en España una importancia económica y política que hizo que los sucesivos Gobiernos le dieran privilegios y prioridades sobre la actividad agrícola. Algún importante historiador defendió que parte del secular atraso económico de España se explica por el predominio de la ganadería sobre la agricultura.
Por otro lado, la caza mantiene secuestradas enormes extensiones de terreno improductivas, para dedicarlas a una actividad que sólo da beneficios económicos a un puñado de propietarios de cotos y fincas cinegéticas. Que, bien mirado, se trata ni más ni menos que una actividad turística pero que por sus propias características no puede ser nunca una actividad masiva sino muy restringida a un grupo de personas que, a su vez, por su elevado nivel de vida, lograron infiltrarse en Gobiernos y Juzgados de todo signo político e ideológico, “blindando” sus privilegios hasta hoy.
Parques temáticos de fauna, dicen. Evidentemente parte de la idea es que haya turistas que fotografíen linces, lobos, bisontes y ciervos. Pero es simplificar demasiado. Sólo es el paso más obvio. Pero los siguientes pasos son más ambiciosos: lograr un “reemplazo” de población rural, que sustituya a lo que quede de ganaderos y cazadores por personas convencidas de que vivir en el campo es su opción de vida, sin dependencia de las ciudades… y eso incluye muchos sectores económicos: teletrabajadores, gestores de terrenos, expertos en conservación de fauna y flora, expertos en geografía, geología e hidrología, empresas de alta tecnología que, desde el mismo terreno rural, investiguen sobre técnicas de ahorro de agua, sobre agronomía regenerativa de última generación que mejore la productividad agrícola sin esquilmar ni envenenar el suelo…
Y, por supuesto, también consultores y expertos en márketing que ayuden a los agricultores a vender su producción directamente a los consumidores puenteando a los intermediarios que les sangran expulsándolos en última instancia de sus tierras.
Eso es lo que queremos lograr los conservacionistas. Se empieza reintroduciendo caballos y bisontes… y se termina logrando un sector agrícola moderno que produzca altísima calidad a precios justos y que logre que los urbanitas vayan al campo a comprar coles y patatas de la misma manera que ahora van a sacar fotos de una iglesia románica.
Que no se equivoque nadie: vamos en serio.
Fotos / Eduardo Fernández / Terabithia Stock