El número 111 de TELOS (@revistatelos ), la revista de comunicación de Fundación Telefónica, está dedicado a la voz. La lengua hablada es patrimonio de la humanidad y su poder se extiende a la tecnología, a las máquinas y a los robots. La tecnología, a su vez, nos permite recuperar y difundir los valores de las lenguas, muchas olvidadas e incluso maltratadas, para evitar que se pierdan definitivamente y puedan contribuir en cambio al desarrollo, la consolidación de la paz y la reconciliación.

La oralidad ha distinguido a los seres humanos desde el principio de sus días y hoy, al inicio de un cambio de era comandado por la tecnología, la voz recobra relevancia gracias a los sistemas de procesamiento del lenguaje natural, de la inteligencia artificial y de los asistentes virtuales con voz, capaces de interactuar con la lengua humana y de aprender de nosotros para entender –también las máquinas- el contexto en que vivimos.

En la portada de este número aparece una emprendedora pionera del audiolibro en español, la colombiana Juliana Rueda (@miutbarcelona), maestra de música e ingeniera de sonido, directora y propietaria del estudio de sonido miut, especializado en audiolibros y proyectos audiovisuales, quien explica en la entrevista que loque a ella le apasiona de la voz es «la conexión que crea, cómo da vida a las palabras de un texto». «Cuando haces la grabación de un libro, lo sientes, sientes las palabras. Yo he llorado, reído, sufrido… he pasado miedo grabando. Y piensas: Ya me he leído el libro, ¿cómo es posible que las palabras cobren tanta vida?», explica. «Todo es mucho más sentido, más vívido, con la voz. Ese es su poder: el poder de la conexión. Por eso la gente ha vuelto al audio: porque es más fácil, más rápido, pero también más cercano, más sentido, más emocional», mantiene Rueda, quien nos ilustra de forma muy amena acerca de lo interesante que el ser humano se puede mostrar mostrar cuando habla, en público, o bien en privado; o el desastre que puede suponer un defectuoso uso de la voz.

Para leer la entrevista completa y escuchar los audios:

https://telos.fundaciontelefonica.com/wp-content/uploads/2019/07/telos-111-entrevista-portada-juliana-rueda.pdf

Entre otro nutrido grupo de artículos de alta calidad e interés, como es norma desde hace varias décadas en esta revista de comunicación, la logofoniatra Marta Pinillos (@pinillos_marta) firma un texto sencillo pero muy interesante en el que explica que la voz es la marca personal, el instrumento diferenciador y el que más conecta: «Ninguna herramienta digital puede suplir hoy a la voz humana». «Los líderes tienen que encontrar una manera de transmitir lo que representan -recomienda Pinillos-. Esto se hace entrenando de manera conjunta todos los recursos vocales en una dimensión física, emocional y escénica ya que la voz es la herramienta diferenciadora y el canal estrella de nuestra comunicación, la que provoca emociones en el público y genera que nos recuerden. Es de vital importancia que cualquier persona que comunique domine las técnicas de la oratoria (prosodia) porque eso implica que ganará en credibilidad, autoconfianza, y ayudará a convencer a la audiencia». Para esta logofonistra su voz es «el Ferrari» de como ella quiere que la vean los demás.

Descarga en el siguiente enlace gratuitamente TELOS 111 de @fundacionTef

https://www.fundaciontelefonica.com/?p=54295&itempubl

TELOS nació en 1985, como una plataforma de la investigación y la reflexión en el ámbito de la comunicación social. Hasta 1997 fue editada por Fundesco (Fundación para el Desarrollo de la Función Social de las Comunicaciones), entidad pionera en España en el estudio de las Tecnologías de la Comunicación Digital. Orientó sus páginas hacia el estudio de las consecuencias sociales, culturales y comunicativas de la innovación tecnológica. Los intelectuales, periodistas y comunicadores de la época añoran aquellos ejemplares que de forma monográfica estaban ilustrados originalmente por artistas contemporáneos españoles de la talla de Tapies, Arroyo, Úrculo, Ouka Lele, Bonifacio, Valdés, Guinovart, Quejido, Patiño, Canogar, Rafols Casamada, Soledad Sevilla, Gordillo, Teixidor, Pérez Villlalta, Genovés, Uslé, Feito, Lucio Muñoz. Imposible enumerar todos. Son joyas artísticas en sí mismos estos ejemplares primigenios.

Numero 1 de la Revista TELOS (1985)


En 2002, inició su segunda etapa, editada por Fundación Telefónica. La revista comenzó a hacer un esfuerzo de adaptación a las transformaciones que se habían producido en las nuevas tecnologías y nuevas redes de información y comunicación.

Desde enero de 2008, TELOS emprendió una nueva etapa de relanzamiento, de apertura y consolidación, marcada por un nuevo diseño, por nuevos objetivos y nuevas temáticas relacionadas con las Tecnologías de la Comunicación Digital y su impacto en la sociedad. TELOS se transforma de manera radical en 2017. La revista adquiere una nueva identidad para adecuarse a su tiempo. Se adentra definitivamente en la sociedad digital, con un nuevo diseño en papel y en la web; y aspira a convertirse en un nodo de conocimiento abierto en la Red. Se abre a nuevos públicos, nuevas temáticas y nuevas inquietudes en un mundo en evolución permanente y acelerada.

En ese recorrido cambiante y modernizador no ha perdido sin embargo probablemente la esencia que la hizo convertirse en referencia mediática de los ensayos sobre comunicación y periodismo en español. Así, por ejemplo, en este número 11 que presenta Fundación Telefónica llama la atención un texto sobre ‘La Ética de la investigación’, firmado por Marta Beltrán (@experiencia_t), profesora titular en la Universidad Rey Juan Carlos, investigadora en sistemas distribuidos y ciberseguridad. Una de las ramas más importantes de la ética es la ética normativa, encargada de proponer criterios y normas que regulen la conducta humana dentro de un determinado ámbito. En el científico, la ética normativa suele plantearse desde el enfoque de la deontología, es decir, se sostiene que los investigadores deben cumplir ciertos deberes para actuar moralmente, independientemente de las consecuencias que no cumplirlos pudieran tener.

Beltrán asegura que «Cuando pensamos en la deontología científica, a todos nos vienen a la mente algunas de sus aplicaciones más mediáticas. La bioética, en todo lo que tiene que ver con la regulación de la investigación genética, la eutanasia o la donación de órganos; la ética relacionada con la experimentación con animales y humanos durante las pruebas de nuevos fármacos; la ética que tiene que ver con la investigación en áreas que tienen aplicación militar directa como la producción de nuevas armas; o en los últimos tiempos, la ética de la inteligencia artificial o la roboética, por ejemplo. Investigadores, gestores, universidades, centros de investigación y empresas tienen que ser conscientes del reto que afrontamos: los datos, por definición, son la base de cualquier investigación científica de calidad. El big data puede ser, por tanto, una herramienta muy potente para el avance del conocimiento en muchos campos, pero sin un adecuado cumplimiento de la regulación vigente y, sobre todo, sin unos buenos planteamientos éticos de los proyectos de investigación, también puede ser una fuente de amenazas para los sujetos de las investigaciones y su privacidad. Investigadores, gestores, universidades, centros de investigación y empresas tienen que ser conscientes del reto que afrontamos: los datos, por definición, son la base de cualquier investigación científica de calidad. El big data puede ser, por tanto, una herramienta muy potente para el avance del conocimiento en muchos campos, pero sin un adecuado cumplimiento de la regulación vigente y, sobre todo, sin unos buenos planteamientos éticos de los proyectos de investigación, también puede ser una fuente de amenazas para los sujetos de las investigaciones y su privacidad.

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