El sector, imprescindible hoy por hoy para la sociedad, invierte en innovación y tecnología para desarrollar soluciones sostenibles y materiales reciclables no contaminantes

Garcés Rivero / Terabithia Press

La industria española del plástico se encuentra en pleno proceso de renovación de su modelo para producir a bajo coste con el menor impacto ambiental posible, invirtiendo en el desarrollo de tecnología para conseguir materiales inocuos e incluso biodegradables y mejorar los procesos. La tendencia general es convertir el camino hacia la sostenibilidad en modificaciones en las carteras de productos y avanzar en eficiencia con envases rediseñados o productos reformulados, pero incluso así, la realidad es que muchas compañías de bienes de consumo no pueden prescindir de los derivados plásticos clásicos. Las últimas tecnologías para la mejora de plantas de producción, implantación de la industria 4.0, reducción de consumo energético, aprovechamiento de recursos, nuevos modelos de gestión y de reciclaje e innovación están permitiendo avanzar en competitividad, ecología y sostenibilidad industrial.  En este contexto, empresas tradicionales españolas y buen número de ‘starts up’s han sabido hacer de la crisis oportunidad y están destacando en este vasto mercado del ‘plástico verde’, adaptándose con velocidad a las necesidades de los consumidores y acelerando la búsqueda de soluciones basadas en la tecnología, en la esperanza de que además esta transición genere actividad, empleo de calidad y desarrollo de soluciones, patentes, etc… al tiempo que se aborda el proceso de reconstrucción. Gracias al avance del ecodiseño se están reduciendo el uso de recursos empleados en la fabricación de bienes, que pueden ser reutilizados y, cuando acaba su vida útil, pueden ser reciclados varias veces para fabricar nuevos productos. Cuando sus propiedades ya no permiten el reciclado mecánico, pueden ser todavía valorizados mediante el reciclado químico o en forma de energía. La innovación es pues la clave para avanzar en reutilización y reciclado de plásticos.

A nivel mundial, se producen hasta 400 millones de toneladas de plástico primario (fabricado a partir de materia prima virgen) cada año, siendo el embalaje la aplicación más grande. El mercado mundial de plásticos está creciendo por un 3% anual, estimulado no solo por packaging, la construcción y la automoción, sino por la creciente demanda de material sanitario. Es ésta una industria estratégica en la economía española, que mantiene 93.000 puestos de trabajo y da empleo indirecto a más de 255.000 personas en España¸ genera el 2,7% del PIB y agrupa a unas 3.000 empresas, la mayoría pymes. Europa es el segundo productor mundial de plásticos después de China, representando un 19 % del total. España ocupa la cuarta posición, detrás de Alemania, Italia y Francia. Tanto el Gobierno como los grupos de la oposición están de acuerdo en que la pandemia ha demostrado que es fundamental y necesario apoyar a un tejido industrial potente que pueda hacer frente a todas las necesidades sin depender tanto de la producción exterior.

Biofuego. Foto: Aimplas

La plataforma EsPlásticos ha realizado durante junio una encuesta para determinar de qué manera ha impactado la pandemia en las empresas españolas de este sector. La mitad han reducido plantilla o se han acogido a un ERTE, el 78% ha tenido que modificar su línea de producción y dos de cada diez se han visto obligadas a realizar inversiones para ello. El sondeo certifica que en el escenario actual  y aunque están produciendo al 50% de su rendimiento “tienen capacidad para satisfacer la demanda de la sociedad española”, ello a pesar de que el  40% de los encuestados ha señalado que la pandemia ha dificultado sus actividades de importación y exportación.

Polímeros del siglo XXI

Los plásticos son materiales formados por compuestos orgánicos sólidos a temperatura ambiente que a elevadas temperaturas se reblandecen y funden y pueden ser moldeados. Se obtienen a partir de recursos naturales como petróleo, gas natural, carbón o sal común, pero ya se están investigando y utilizando otro tipo de fuentes más respetuosas con el medioambiente y que contribuyen a reducir el cambio climático, a partir de las cuales pueden ser sintetizados los plásticos, como biomasa, madera, cereales o incluso proteínas. La producción de plástico es un proceso conocido como polimerización. Algunos de estos polímeros son ya desde hace tiempo biodegradables o reciclables.

A pesar de los problemas derivados de la mala eliminación de los residuos, hay consenso sobre que en el escenario de crisis sanitaria y económica actual es inimaginable una acción, en clave científica y médica, que prescinda de cientos de materiales derivados del plástico. Agravada por la pandemia global, la escasez actual de materia prima plástica (de producción primaria o reciclado) se agudizará en 2021, cuando hayan de ser distribuidas millones de dosis de vacunas (agujas, envases, viales, etc…) y se opte, según laboratorios y legislaciones de diferentes regiones, por compuestos plásticos o de vidrio, siendo éste segundo “más caro, más contaminante y generador de huella de carbono que los plásticos de última generación”, explica el informe ‘Solving the ConsumerPlastics Puzzle’, recientemente publicado por la consultora internacional Bain & Company, que pone como ejemplo que “la producción de botellas de PET es un 16% menos costosa que las botellas de vidrio; y los plásticos a menudo obtienen buenos resultados en otros factores ambientales, ya que la producción de vidrio emite cuatro veces más gases de efecto invernadero que el plástico”. “La barrera impermeable de plástico es vital para reducir el desperdicio de alimentos y, lo que es más importante en este momento, una protección de eficacia demostrada contra la propagación de virus y otros patógenos”, indica.

Un importante porcentaje de productores de materia prima para derivados plásticos y la industria de la transformación y elaboración del producto final ha decidido incorporar como estrategia la sostenibilidad plástica, a través de la innovación, para enriquecer la cadena de valor del producto: “Los materiales alternativos al plástico son significativamente peores que los plásticos en muchos aspectos, por ejemplo, cuando se observa la huella total de emisiones de carbono, por no hablar de las científicamente demostradas propiedades únicas de profilaxis, impermeabilización, maleabilidad, durabilidad y asepsia que ofrece el plástico”, afirma Bain & Company.

El material profiláctico y sanitario está compuesto, en una u otra medida, de material plástico:  bolsas para las transfusiones sanguíneas, catéteres flexibles y muchas tecnologías médicas de vanguardia utilizan materiales plásticos, al igual que las tuberías plásticas –hoy por hoy sin material sustitutivo una vez desterrado el plomo y descartados otros metales por su elevado precio-, que contribuyen a evitar las enfermedades transmitidas por el agua, al permitir una distribución higiénica. Decenas de expertos consultados certifican que, en efecto, los derivados plásticos eran antes y son ahora imprescindibles en un contexto de crisis sanitaria y económica, pero también ecológica, por “la menor huella de carbono que producen frente a otros materiales”.

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“Los envases de plástico ayudan a reducir el desperdicio alimentario, pues protegen y conservan la comida y la bebida. Las emisiones de CO₂ y el consumo de energía pueden reducirse gracias a la ligereza de los plásticos utilizados en las carrocerías de los vehículos. Las nuevas técnicas de aislamiento para los marcos y perfiles de las ventanas y los revestimientos de los edificios favorecen la eficiencia energética y, por ejemplo, las palas de los aerogeneradores y las placas solares, que están hechas principalmente de plástico, fomentan las energías limpias y renovables”.

Más allá de la alimentación, el embalaje y la sanidad nos encontramos con que la práctica totalidad de las industrias (automoción, aviación, transportes, telecomunicaciones, electrónica, ofimática, construcción, energía…) necesitan de una u otra forma materiales plásticos para desempeñar su función, con lo que, en opinión de los economistas expertos en producción industrial “el eventual encarecimiento vía fiscalidad o incremento de precios provocaría un efecto negativo final en el intermediario y en el consumidor, añadiendo una nueva dificultad en el proceso de reconstrucción verde que de forma global ha de acometerse con urgencia tras la pandemia y siempre teniendo en cuenta la más que segura posibilidad de que se encadenen los rebrotes de contagios por SARS-CoV-2, lo cual incrementará aún más la demanda de plásticos.

“El sector del plástico ha empleado y está empleando todos sus recursos y capacidades en la lucha contra la pandemia para dar una respuesta eficaz al abastecimiento de sectores esenciales (por ejemplo, médico-hospitalario, alimentación, abastecimiento de agua) ya que, por su transversalidad, se trata de una industria estratégica que da servicio a innumerables actividades productivas de nuestro país”, explica Isabel Goyena, directora general de Cicloplast, quien añade que “esta crisis sanitaria ha permitido poner en valor y dar una nueva oportunidad el sector del plástico: mascarillas, batas, guantes, pantallas protectoras, envases de geles, respiradores…”

La prioridad es resolver el problema de los residuos

A medida que aumenta el consumo se agrava el problema global de la contaminación, pero el debate ambiental no debe limitarse a los residuos. La industria defiende que un plástico, al final de su vida útil, no es un residuo, sino un recurso y por tanto no puede acabar en un vertedero, pues siempre se puede valorizar. Aunque, por ejemplo, los fabricantes  se comprometan o vean obligados por ley a usar materiales reciclados, hay escasez de esta materia prima, y es que solo el 45% de los residuos plásticos se reciclan y reutilizan o bien se usan como desechos para producir energía, lo cual a su vez genera más gases de efecto invernadero. Por ello, esta industria está enfocando su estrategia en conseguir que sus productos y embalajes sean reciclables, asegurando que el plástico usado como materia prima sea plástico reciclado y, luego, reutilizando a su vez plástico reciclado y tratado ecológicamente en la producción.

Si bien los consumidores apoyan abrumadoramente el reciclaje –que ha aumentado durante el confinamiento-, la realidad es que sólo la mitad de los residuos plásticos se reciclan. Para mejorar esta cifra modesta, el sector está intentando cambiar el comportamiento del consumidor a través de la educación y las campañas de concienciación social.


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UN POLÉMICO IMPUESTO AL PLÁSTICO

En medio de las tensiones por el debate social entre los beneficios y los inconvenientes del plástico, casi todos relacionados con los desechos, la biotoxicidad y el microplástico contaminante y los vertidos oceánicos, el camino empresarial a proseguir se ve afectado por cambios normativos europeos y nuevas legislaciones restrictivas. Los fabricantes, proveedores de productos de consumo y comerciantes minoristas se estaban aún adaptando a los sentimientos cambiantes del consumidor y a un mercado que se complica con las nuevas normativas para intentar resolver el problema de los residuos.

Si bien las diferentes asociaciones del sector prestan apoyo al objetivo general de la propuesta del nuevo anteproyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados de reducir los residuos abandonados en el medio ambiente y fomentar la economía circular, “discrepan en el modelo –según la plataforma Esplásticos-, pues la industria estima que la clave es reintroducir de nuevo los plásticos reciclados en los productos, y así generar empleo y riqueza en el país”.

Se oponen a la implantación de un impuesto “que grave los artículos de plástico de un solo uso destinados a contener bienes o productos alimenticios por ser negativa para el medio ambiente, ya que pone en peligro las contribuciones positivas a la sostenibilidad y la protección del clima, así como la reducción del desperdicio alimentario que los envases de plásticos aportan” y además, consideran la futura ley “peligrosa para los consumidores, pues pretende limitar el uso de los envases más regulados y por ende más seguros desde el punto de vista de la seguridad alimentaria”. Desde EsPlásticos denuncian además que el anteproyecto “es discriminatorio, pues sólo se fija en los productos de un solo uso de plástico y no de otros materiales que también son susceptibles de acabar en el medio ambiente; e ineficaz para su propósito, al no cumplir los objetivos marcados de la prevención de residuos, reducción de las basuras abandonas y promoción de la economía circular”.

El sector reclama “un debate que atienda a criterios científicos y objetivos, que tenga en cuenta el análisis de ciclo de vida completo de las posibles alternativas, las emisiones de efecto invernadero que ahorran los plásticos y el riesgo que puede suponer sustituirlos en lugar de incidir en la gestión de residuos”.

https://www.bain.com/insights/solving-the-consumer-plastics-puzzle/