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ISLA DE VALDECAÑAS:

LA HISTORIA

DE NUNCA ACABAR

 

 

EUGENIO FERNÁNDEZ

Crónicas de Fauna / Terabithia Press

Se trata de una película que hemos visto en España en bucle, con escasas variaciones. El argumento siempre es el mismo. Primero, se declara protegida una zona medioambientalmente valiosa. Segundo, un avispado promotor urbanístico o empresario vislumbra las posibilidades del paraíso natural para edificar hoteles o complejos residenciales de lujo (nunca para vivienda social). Tercero: el avispado promotor urbanístico o empresario mueve hilos políticos y económicos y consigue que autoridades locales y autonómicas “olviden” la protección medioambiental y den los permisos para que se construya el hotel o complejo residencial de lujo.

Cuarto, el atropello llega a oídos de ecologistas de la zona, que protestan de todas las maneras posibles mientras el hotel o complejo residencial de lujo se construye sin mayores problemas.

Quinto, los ecologistas presentan una denuncia ante la justicia autonómica, que suele fallar de forma salomónica e insatisfactoria para ninguna de las partes.

Sexto, los ecologistas presentan un recurso al Tribunal Supremo, que falla a favor de éstos y ordena la demolición del hotel o complejo residencial de lujo, casi siempre ya construido y en funcionamiento. Se producen lamentos generalizados sobre pérdidas de puestos de trabajo e ingresos económicos en el hotel o complejo residencial de lujo.

Séptimo, las autoridades autonómicas y locales anuncian recursos al Constitucional, al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, a la FIFA y al Papa de Roma, dilatándose el proceso durante años y consiguiendo que la sentencia no se ejecute. Y octavo, un cambio político o legislativo a nivel nacional “indulta” al hotel o complejo residencial de lujo.

Una nueva versión de esta eterna película española se acaba de producir con el complejo residencial de lujo “Isla de Valdecañas”, en Cáceres, término municipal de El Gordo. Aquí se ha producido punto por punto el desarrollo previsible del guión, y nos encontramos en el punto del lloriqueo generalizado por la pérdida de puestos de trabajo y el anuncio de recursos al Constitucional, con lo que podemos esperar que el cumplimiento de la sentencia del Supremo quedará paralizada durante años. Los millonarios madrileños que pasan sus fines de semana en Valdecañas aún pueden contar con sus chalets de lujo en medio de una ZEPA durante por lo menos siete u ocho años más. Van ya 16 años desde que los ecologistas pusieran la primera denuncia. Calcule el amable lector por dónde van los tiros.

 

 

 

ZEPA: Zona de Especial Protección para las Aves. Yo me pregunto qué parte de “Zona de Especial Protección para las Aves” no se ha entendido. No me corresponde juzgar las bondades urbanísticas y económicas del complejo residencial de lujo “Isla de Valdecañas”. Puede que haya creado muchos puestos de trabajo o puede que no. Según datos oficiales, la tasa de paro del municipio de El Gordo fue del 22% en 2021. Compárese con el 19% de Extremadura, el 13% de España y el 7% de la zona euro. No, no me parece que el complejo residencial de lujo “Isla de Valdecañas” estuviera dando trabajo al pueblo de El Gordo.

No. La cuestión es que ese magnífico complejo residencial de lujo se edificó en una zona protegida medioambientalmente. En España nos estamos acostumbrando a que el concepto de “protección” sea de quita y pon. De mentirijillas. Y el Supremo ha dicho que no es de mentirijillas ni es algo de cara a la galería. Es un bien jurídico que hay que respetar. El avispado promotor urbanístico o empresario puede promover complejos residenciales de lujo y pitiminí en el 82% del territorio español que no tiene ninguna protección medioambiental. El 82%, nada menos. Ahí nadie va a decir nada de que se construyan hoteles o complejos residenciales de lujo. Pero no. Tenía que ser en un punto del 34% de áreas protegidas en Extremadura, teniendo a su disposición el 66% de territorio extremeño no protegido. Eso es lo que ha dicho el Supremo.

Ahora me gustaría hacer una reflexión para los habitantes de El Gordo: ¿queréis millonarios que dejen dinero en vuestro pueblo? Entonces tenéis la herramienta adecuada para lograrlo: las veintisiete especies de aves que se han documentado en la ZEPA “Embalse de Valdecañas”: desde la cigüeña negra hasta el milano negro, desde el fumarel cariblanco hasta la ganga ortega, desde el elanio azul hasta el combatiente, desde el alcaraván hasta el charrancito. Todos en uno de los paisajes más paradisiacos de España y Extremadura. Ahí tenéis vuestra riqueza.

Tengo buenas relaciones con algunos alojamientos rurales de Cáceres que me cuentan que cuelgan habitualmente el cartel de “COMPLETO” con nutridas expediciones de aficionados daneses a la ornitología, que dejan su buen dinero en la zona. Porque, no sé si lo sabéis, en Europa el negocio de la observación de aves fue siempre cosa de los ricos británicos, germánicos y escandinavos, capaces de pagar por ver un ave lo mismo que paga un millonario madrileño por meter su Lexus en la Isla de Valdecañas. ¿Vais viendo por dónde voy?

Yo os diría que empecéis a dejar de llorar por el derribo de Valdecañas y empecéis a diseñar una economía dirigida a atraer a ricos birdwatchers de todo el mundo: a construir alojamientos para ellos, (en vuestro pueblo) a poner en marcha escuelas donde se enseñe el arte de la observación de aves, a formar a vuestros parados para convertirlos en guías de naturaleza especialistas en las aves locales y a fundar empresas de birdwatching, a abrir tiendas donde se vendan binoculares, telescopios y guías de aves locales, a poneros de acuerdo con la Universidad de Extremadura para que instale un centro de investigación sobre Ornitología.

Tenéis mucho trabajo que hacer. Dejad de llorar por esos millonarios que ni siquiera saben que existís y empezad a explotar la verdadera gallina de los huevos de oro: vuestras aves y vuestra ZEPA.

 

 

 

    © Crónicas de Fauna 2021

Fotos y dibujos © Terabithia Stock / SEO / Google Earth

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En el arte de la fotografía, que es por excelencia el arte de la oportunidad, una sola golondrina suele hacer todo el verano.

Sin embargo, también como las golondrinas, esa sola fotografía sumaria no hubiera sido posible sin todas las otras

gabriel garcía márquez

Periodista

Nobel de Literatura 1982