¿ES LA GANADERIA

EXTENSIVA,

O NO LO ES,

LA SOLUCIÓN A LOS

INCENDIOS FORESTALES?

EUGENIO FERNÁNDEZ

Crónicas de Fauna / Terabithia Press

Después de haber pasado unos días de descanso fuera de España, a mi regreso a la Piel de Toro la encuentro abrasada por una ola de calor interminable y calcinada por graves y generalizados incendios forestales. Vamos, el pan nuestro de cada verano y que cada año se verá agravado.

Por supuesto, me he encontrado los debates habituales sobre cómo solucionar esta lacra de incendios, debates entre expertos, inexpertos y todólogos de toda laya, con el habitual ruido político de fondo. De modo que me toca desbrozar toda esa maraña de opiniones y aplicar la mía propia para tratar de arrojar algo de luz en esta desgraciada situación.

En una cosa sí coinciden expertos, inexpertos y todólogos: la razón fundamental por la que los incendios forestales (provocados por la acción u omisión humana en un 95%) es que los montes están “sucios”. Para el profano, un “monte sucio” es un monte excesivamente cargado  de  material combustible: ramas y hojas secas, árboles muertos, etc. La expresión “sucio” no es muy afortunada pero la emplearé aquí por estar ampliamente utilizada y consolidada en el mundo de la gestión forestal. Ahora bien, ¿por qué el monte está “sucio”? ¿Es que “antes” no lo estaba?

Es un segundo punto de acuerdo entre los expertos, los inexpertos y los todólogos: el monte está “sucio” debido al abandono rural que se inició en los años 1940-1960 del siglo XX. La despoblación rural vino acompañada de una disminución o terminación de  los  “usos tradicionales” del monte: corta y recolección de madera y productos forestales, y una ganadería extensiva que realizaba una labor de control del crecimiento de la vegetación. Estos usos tradicionales son los que “limpiaban” el monte y, aunque también existían los  incendios  forestales, su extensión e intensidad se limitaban muchísimo.

Por eso, expertos, inexpertos y todólogos han coincidido insólitamente en un tercer punto relativo  a los incendios forestales: hay que “recuperar” la ganadería extensiva para que “limpie” el monte. Pero aquí terminan los acuerdos ya que ni expertos, ni inexpertos ni todólogos han expresado idea alguna para realizar esto. Y no tienen ninguna idea porque ni expertos, ni inexpertos ni todólogos han entrado en la raíz del problema: no hay ganadería extensiva porque hay un abandono rural.

Dicho de otra forma: es imposible recuperar la ganadería extensiva que había hace 50 años sin revertir previamente el abandono rural. Veamos por qué. 

La ganadería es un negocio. Ningún ganadero cría vacas, cabras u ovejas por amor a estos animales. Los cría para vender en el mercado sus productos derivados: carne, leche, lana, queso, etc. Y, como todo empresario, el ganadero necesita que su negocio arroje beneficios. Pero, ¡oh, maravilla!, resulta que la ganadería extensiva perdió presencia en el campo español precisamente porque dejó de dar beneficios. 

Y dejó de dar beneficios en el momento en el que el mercado cárnico y lácteo pasó a estar dominado por empresas intermediarias de la gran distribución que empezaron a poner ellas el precio al que compraban al ganadero sus productos. Y, nada sorprendente, las empresas intermediarias vieron que sólo pagando al ganadero por debajo de sus costes de producción ellas podrían obtener un beneficio económico de la venta al consumidor final. Desde aquél momento se firmó la sentencia de muerte de la ganadería extensiva, y lo que impulsó a las familias que vivían de ello a trasladarse a las ciudades en busca del pan que ya se les negaba en el campo. 

Esta situación no ha sido corregida por ninguna de las “leyes de cadena alimentaria” que se han ido aprobando por Gobiernos de toda laya, y ante la inexistencia de una verdadera política de reversión del abandono rural por parte de ninguno de esos Gobiernos, se empieza a entender que eso de que “vuelva la ganadería extensiva para apagar incendios” es un brindis al sol. Ni el  campo se va a repoblar ni la ganadería extensiva regresará mientras no sean los ganaderos los que pongan el precio de venta de sus productos.

Y aunque lo hicieran, es una ley del Capitalismo que no todos los negocios son rentables en  todos los territorios. Aún quedarían muchísimos territorios españoles donde la ganadería extensiva no podría prosperar por razones puramente económicas. Entonces, ¿quién va a “limpiar” el monte?

Pues los que siempre lo han hecho, gratis y en todos los territorios: los herbívoros silvestres: caballos, uros, alces, renos, muflones, ciervos, corzos, gamos y bisontes. El movimiento “rewilding” reivindica precisamente eso: la recuperación de los herbívoros silvestres, tanto los que aún existen como formas ecológicamente equivalentes a los que fueron exterminados por el ser humano como el uro. Se necesitan tanto los herbívoros grandes como los pequeños, dado que ambos “modelan” y controlan el crecimiento de la vegetación a diferentes escalas. 

En resumen: la ganadería extensiva debe regresar allá donde pueda ser rentable y útil, convenientemente protegida por sus propietarios para no convertirse en una excusa perfecta para exterminar carnívoros silvestres, pero los herbívoros silvestres deben ser la principal “fuerza de desbrozadores” del monte, con la conveniente reintroducción de sus depredadores naturales para que no proliferen a su vez sin control.

Todo lo demás son “parches” de irrealidad.

 

Fotos / Garcés Rivero / Terabithia Stock

Work

terabithia world’s wildlife photography

En el arte de la fotografía, que es por excelencia el arte de la oportunidad, una sola golondrina suele hacer todo el verano.

Sin embargo, también como las golondrinas, esa sola fotografía sumaria no hubiera sido posible sin todas las otras

gabriel garcía márquez

Periodista

Nobel de Literatura 1982