Desde un lugar en La Mancha…

 

hasta el Firmamento

 

Ideas para un fin de semana largo,

descubriendo territorios naturales para observar (y casi) tocar las estrellas

 

  • Eduardo Fernández G / Terabithia Media

Bajo el brillo de las estrellas el ser humano toma conciencia de su pequeñez… y se reconcilia con la Naturaleza. Pero resulta que un tercio de la humanidad vive en lugares donde debido a la contaminación lumínica es imposible, por ejemplo, observar la Vía Láctea. Si invitamos en una escuela de cualquier ciudad de España a que se levante quien haya visto la galaxia en la que vivimos, casi todos seguirán sentados. Éste es el ejemplo de una gran pérdida cultural: el simple hecho de ignorar cuál es nuestro lugar en el Universo.

Castilla-La Mancha fomenta desde hace años el turismo astronómico en colaboración con la iniciativa de espacios ‘Starlight’, a la que se han adherido ya más de 200 municipios de esta región, que incluso ha contado con un espacio específico en la Feria Internacional de Turismo (FITUR) celebrada en Madrid en enero. Ésta es una actividad divertida y relajante, en pleno contacto con la Naturaleza, que no necesita de mayor técnica. Ya ha traspasado en España el umbral de los aficionados a la astronomía para interesar, cada vez más, a niños y mayores; y formar así parte de los planes de fin de semana o vacacionales. No es necesario ser experto: la simple contemplación del Firmamento merece la pena y, para quienes deseen profundizar o ilustrar a los pequeños, existen completísimas ‘apps’ de uso libre que nos permiten, con un simple smartphone, descubrir planetas, estrellas y constelaciones; y también sus nombres, y el porqué de las formas. Sólo es necesario salir en busca de Cielos Oscuros y sentirse pequeño, grande, infinito y conectado, todo al mismo tiempo.

© Yong Chuan Tan /_Unsplash

Tormenta de primavera sobre un rincón de Sierra Madrona ⓒ E.Fdez

El Turismo de las Estrellas

Meditar al atardecer en pleno campo, o en el jardín de una casita rural, disfrutando del ocaso y luego de noche mirando las estrellas mientras acariciamos a nuestro perro, o charlamos con los niños en el regazo, es un remedio fantástico para afrontar los males de estos tiempos. Y también para ordenar la cabeza. Castilla-La Mancha ofrece mil y un destinos donde experimentar este gozo: los principales territorios acreditados por Fundación Starlight —que distingue comarcas que son ejemplo de protección y conservación de la naturaleza e incorporan además a su oferta el ‘Turismo de las Estrellas’ se ubican en La Sierra del Segura albaceteña, en toda la Serranía de Cuenca, en el Valle de Alcudia y Sierra Madrona, en la Sierra de Alcaraz y en Campo de Montiel;  y la Sierra Norte, Molina y Alto Tajo en Guadalajara. Lugares todos ellos fácilmente visitables, accesibles y cercanos a muchas grandes urbes españolas que, al estar protegidos de la contaminación lumínica, son ideales para la contemplación de atardeceres y cielos nocturnos, de la Luna y, en cada época, de las diferentes lluvias de meteoros procedentes de cometas. Esta fundación, certificada por la UNESCO y la Organización Mundial del Turismo, defiende que poder contemplar las estrellas sin problemas debe ser tratado como “patrimonio científico, cultural y medioambiental”.

El Mirador de Las Majadas, Serranía de Cuenca © Terabithia Stock


Cortados sobre el valle en el que se ubica el Parque Cinegético de El Hosquillo (abajo), cuya visita es una experiencia especial para los niños, que pueden observar incluso ejemplares de oso pardo en semilibertad © Terabithia Stock

Parque Astronómico en Cuenca

El Parque Astronómico de la Serranía Conquense está integrado en el Parque Natural Serranía de Cuenca, territorio de alto valor biodiverso, Sitio Natural de Interés Nacional que forma parte de la Red Natura 2000. Cuenta con una red de senderos con once rutas señalizadas ideadas para el senderismo y la educación ambiental. No por menos conocido que la legendaria Ciudad Encantada deja de ser tan espectacular —y menos transitado, por ejemplo— el espacio kárstico conocido como Los Callejones de Las Majadas. Un laberinto de piedras y formas caprichosas modeladas por el agua y el viento que hace las delicias de niños y grandes y en el que está permitido acceder con nuestros perros.

En el pueblo cercano del que recibe su nombre, la oferta de cocina popular es excepcional, al igual que en cualquier pueblo de esta serranía; es lo que los entendidos llaman cocina honesta, de casa. Los lomos de orza, las calderetas de venado, esos siempre presentes zarajos, morteruelo y ajoarriero… pero también el mojete y las migas y guisos de montaña. Es creciente la oferta de alojamiento ‘starligtht’ en toda la zona, bien en complejos o fincas aislados, integrados en la Naturaleza pero perfectamente equipados para que toda la familia vea las estrellas, bien en posadas en casas históricas rehabilitadas en el interior de los pueblos para quienes gusten del detalle fino, del glamur de lo popular —que lo tiene— y las ventajas de tener todo a mano.

Resulta imposible enumerar los encantos de estas sierras, pero desde Beteta hasta Lagunaseca o Valsalobre, pasando por supuesto por Vadillos o Fuertescusa, disfrutando de las aguas del Escabas (uno de los ríos trucheros más limpios de España, con magníficos cotos bien gestionados), y de humedales  como la Laguna de Uña, pero no dejen de acercarse hasta Tragacete, Beamud, El Tobar… Es cuestión de tiempo. Y qué mejor modo de utilizarlo.

Cielos primaverales desde el campanario de la catedral gótica normanda de Cuenca  © E. Fdez

No será mala idea para quienes gusten de conocer la capital (¡ya están tardando!, Patrimonio de la Humanidad, verdadera maravilla) o incluso alojarse en ella —sobrecogedora y única la Procesión del Silencio el Miércoles Santo—, conducir hacia el sur, a la diestra del Júcar, para conocer primero El Ventano del Diablo (impresionante), hacer una parada en Villalba para probar —por ejemplo— gachas con vino de la tierra y sus correspondientes guindillitas y continuar ruta por la carretera que lleva a la ciudad por la Hoz del Júcar. No dejen de subir al Barrio del Castillo cuando lleguen. Tampoco prescindan de admirar al atardecer las vidrieras de la Catedral. Inolvidable, mágica experiencia.

Toda la región ofrece casas rurales y hoteles ‘dogfriendly’  © E. Fdez

Tranquilidad y desconexión mental

Por el camino a Cuenca se toparán con algún ventorro de los de siempre, paren, que merece la pena aunque solo sea un ratito largo. Para quienes gusten de la que quizá sea la mejor manera posible del gozar del cielo: dormir en tienda de campaña o en furgoneta equipada, la comarca dispone también de buena oferta de camping y caravaning. Las escapadas en pareja son especialmente románticas en estas tierras tan auténticas. Están, claro, las coquetas posadas rurales pero… ¿por qué no en camping si nunca han probado? Una pequeña hoguera en los lugares habilitados para ello, una manta sobre la que tumbarse, una copa de vino y…  ¿Qué más hace falta? Sólo el silencio, para disfrutar de la oscuridad y los sonidos de la noche, que son parte fundamental de la Naturaleza.

La emoción del descubrimiento —cuando un niño urbanita adivina a simple vista que esa franja nebulosa es la Vía Láctea—, un hallazgo que cada noche se estrena, ese “te bajo las estrellas”, es inevitable ante la belleza de un mundo remoto pero al alcance de la mirada. Contemplar el Universo, como explicó Carl Sagan, es viajar en el tiempo,  observando mundos que quizás ya ni existan, cuya luz ha errado durante millones de años. Programar esta actividad en familia es muy enriquecedor y además, beneficioso para la salud, pues enseña a relativizar y a comprender la fortuna que supone vivir en un planeta que alberga agua y vida para tomar conciencia de la necesidad de cuidar nuestro hogar, la Tierra, para las generaciones venideras. Está demostrado científicamente que el asombro y el sobrecogimiento que estas experiencias despiertan en los más pequeños fomenta la creatividad y la capacidad de inspiración.

La estela de la Vía Láctea sobre la sierra  © Matthew Devries / Pexels

No en vano, hace ya décadas que la medicina recomienda tomar descansos —prolongados si ello es posible— en zonas rurales, por la tranquilidad, el ejercicio y los paseos al aire libre y la desconexión mental que ello ofrece. Pero además, la psicología ha comprobado que contemplar el firmamento y conectar en plenitud con la Naturaleza son dos medios que funcionan para enraizarse (conectarse a través de la vista y el oído), centrase, relajarse, e inspirarse para alejar la ansiedad y la negatividad emocional. Sometida al intenso estrés de los acontecimientos negativos recientes, nuestra mente tiene la tendencia a deprimirse, pero el medio ambiente y el firmamento estrellado ofrecen ese poder curativo casi ‘mágico´, porque estimulan al cerebro para que libere sustancias que disminuyen el estrés y fomentan la alegría y la energía.

Descubrir para ensoñar

“Por mi parte no sé nada con certeza, pero la visión de las estrellas me hace soñar”, escribió el genio Van Gogh, el impresionista que quizá mejor pintó las noches estrelladas. Y para soñar mirando estrellas, descansar en posadas de cuento, descubrir la cultura popular y la gastronomía y los buenos  vinos, es por supuesto adecuado cualquier rincón rural de Castilla-La Mancha, tierra de cielos limpios.

Encinar en el Valle de Alcudia  © JCCM

Ni rastro de luz en el firmamento, salvo la de las propias estrellas, encontrará tampoco el viajero si escoge el extremo meridional de la región: el Parque Natural del Valle de Alcudia y Sierra Madrona, uno de los más desconocidos de España. Goza de un magnífico nivel de conservación ecosistémico, sorprendente patrimonio geológico y gran biodiversidad autóctona. Cañones fluviales, cascadas, humedales, cuevas naturales, escarpes de origen volcánico… Una joya. Las mejores épocas de visita son la primavera y el otoño.

El roble llamado ‘El Abuelo’, señorial ejemplar centenario rodeado de madroños, es de visita obligada, parando primero en la Chorrera de las Sierpes, camino desde Fuencaliente, un pueblito de postal, con su poquito de aire andaluz y su balneario de aguas mineromedicinales, empleadas desde el siglo XII y declaradas de utilidad pública en 1869. Y desde allí, rutas y paseos interesantes para todas las edades y condiciones físicas, como el Bosque de las Huellas y otros rincones cercanos donde, si somos sigilosos, será fácil divisar ciervos, corzos y jabalíes, cerca además de buenas zonas para la observación de aves.

Pinturas rupestres, pagos y balnearios

En esta zona son visitables las  interesantes pinturas rupestres de Peñaescrita y La Batanera (Monumento Nacional) y, en el casco urbano, el manantial de aguas termales que surge bajo la iglesia de la Virgen de Baños. Llegar hasta el próximo Mirador de la Cruz es toda una experiencia: vista panorámica de Fuencaliente, del macizo Sierra Madrona y Quintana y del pico más alto de Sierra Morena, La Bañuela. La luz del pueblo es tenue, y allí no es capaz de ocultar las estrellas.

Fuencaliente desde el Mirador de la Cruz  © JCCM

Hacia el norte, camino de otro pueblo de ‘cielos oscuros’, Brazatortas, encontramos zona de baño fluvial equipada para los más pequeños y buena oferta de restauración y alojamiento, incluso en cuidados complejos turísticos con actividades para todos. Sería pecado por allí pasar y no probar migas de Alcudia, judiones con sacramentos, asados de chivo o cortes de cerdo ibérico a la brasa. Para los más activos, diversos especialistas organizan rutas a caballo, bicicleta o 4x4 por zonas semivírgenes. Interesantes también, entre otros pueblos, Almodóvar del Campo, Cabezarrubias del Puerto o Solana del Pino.

Sierra de Alcaraz y Campo de Montiel también son tierras ‘starlight’ cuya riqueza natural se extiende desde el calar del río Mundo hasta las Lagunas de Ruidera. ¡Ahí es nada! Las bodegas castellano-manchegas protegen la sangre de la tierra, aquella que hace que Castilla-La Mancha desprenda un olor inconfundible. Y allí, en Albacete, en el Campo de Montiel y en esas limpias llanuras de El Bonillo, relucen varios famosos pagos de fama internacional, que elaboran vinos muy especiales, diferentes. Castilla-La Mancha ostenta el mayor número de Vinos de Pago de España, los más singulares entre todos los protegidos por las indicaciones geográficas. Munera, Balazote, Lezuza… La lista de posibles destinos para la observación astronómica es abundante.

Yacimiento de la antigua ciudad romana de Sisapo, en Almodóvar del Campo. Cereales en primavera en Campo de Montiel  ©  JCCM / E. Fdez

Nos preguntamos si existe mayor lujo para los sentidos que una caldereta de cordero manchego de raza autóctona regada con un caldo noble de la tierra. Pues sí, existe: encontrar —tras la cena— la Osa Menor perdida en una confusa maraña de estrellas, en un mundo infinito en el que resulta imposible localizar un espacio vacío. Esperar el paso de una estrella fugaz y pedir dos deseos-promesa: madrugar para emocionarse a la salida del Lucero del Alba y regresar pronto a este paraíso cercano para admirar la belleza y el patrimonio de Castilla-La Mancha, su cultura y la bonhomía de sus gentes. Y, por supuesto, volver a sentir que a veces es posible sentir que tocamos el cielo.

Dormir en tienda de campaña en los diferentes lugares habilitados para ello en Castilla-La Mancha. Por la noche, disfrutar del Firmamento y la música del campo y, al amanecer, despertar con la mirada fija en el Lucero del Alba mientras esperamos la salida del Sol   © Josh-Hild / Pexels

 

CONTENIDO EXCLUSIVO ELABORADO PARA LA JUNTA DE COMUNIDADES DE CASTILLA-LA MANCHA

‘Starry’ Night, Vicent Van Gogh,  Museum of Modern ArtNew York

© Terabithia Press 2022

Work

terabithia world’s wildlife photography

En el arte de la fotografía, que es por excelencia el arte de la oportunidad, una sola golondrina suele hacer todo el verano.

Sin embargo, también como las golondrinas, esa sola fotografía sumaria no hubiera sido posible sin todas las otras

gabriel garcía márquez

Periodista

Nobel de Literatura 1982

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