LOS ALBATROS Y LA

ENERGÍA DEL VIENTO

EUGENIO FERNÁNDEZ

Crónicas de Fauna / Terabithia Press 

No os digo nada nuevo si os digo que nos encontramos en una grave crisis energética. El actual alza desmedida del precio de la electricidad y el gas natural indudablemente tienen una componente coyuntural: especulación de derechos de emisión de CO2, desajuste entre una oferta baja por la pandemia y una demanda en rapidísimo crecimiento según la vacunación avanza en los países desarrollados, etc. Pero existe también una causa de fondo y de largo recorrido. En 2010, la Agencia Internacional de la Energía certificó que el pico de producción petrolera se alcanzó en 2005, y desde entonces han fracasado todas las maneras que se han intentado de encontrar nuevos yacimientos petrolíferos que sean rentables económicamente para explotarlos. El ‘fracking’ y las arenas
bituminosas han resultado chascos amargos para una industria que divisa su final.

Si a este inicio del declive petrolero le unimos al hecho de que la población de los países desarrollados sigue aumentando su nivel de consumo, aunque esta población empieza a disminuir, nos encontramos con la “tormenta perfecta” que estamos padeciendo en la actualidad, y que, con altibajos, será la tónica en el futuro: una energía cada vez más escasa y más cara, con una demanda que no cae sino que continúa aumentando.

¿Las renovables? Ya han demostrado su insuficiencia. Durante el verano, en España las eólicas han producido muy poco debido a la ausencia de viento, y mucho me temo que tenemos que empezar a estudiar cómo sacar energía literalmente de debajo de las piedras. Y para eso, no hay nada como observar cómo los animales silvestres extraen energías aparentemente inagotables, y estoy hablando del albatros, el ave de mayor envergadura del mundo.
Los albatros son aves pelágicas. Esto quiere decir que pasan su vida en el mar excepto en la época de cría. Vuelan constantemente sobre la superficie oceánica y se posan en ella únicamente para descansar y alimentarse sin pisar tierra. Por este estilo de vida, los albatros han
evolucionado hasta convertirse en los planeadores más eficientes del Reino Animal. Pueden planear durante días enteros sin mover las alas ni un milímetro y se ha calculado que un albatros podría dar la vuelta al mundo en dos meses. ¿Cómo puede ser esto?
Sus alas largas y estrechas, aerodinámicamente diseñadas, son literalmente alas de planeador. El único momento del vuelo en el que el albatros necesita batir las alas es el momento del
despegue, el más crítico. El animal usa la técnica de la «pista de despegue» y corre (tanto en la tierra como en la superficie del mar) con sus fuertes patas palmeadas batiendo las alas hasta conseguir que bajo ellas corra el aire a la suficiente velocidad como para iniciar la fuerza de sustentación. Una vez conseguido el despegue, el albatros se mantendrá planeando mediante la técnica del planeo dinámico.
Esta técnica consiste en aprovechar un hecho físico: cuando el aire se desplaza paralelamente a la superficie del océano se produce un gradiente de velocidad en sentido vertical: el aire tiene mayor velocidad cuanto más lejos está de la superficie del agua y, por el contrario, es más lento cuando más cerca se encuentra de la superficie. Lo que hace el albatros es, literalmente, «surfear» sobre el viento ascendiendo para aprovechar la mayor energía del viento más veloz, y descendiendo luego hacia la superficie para volver a ascender y así sucesivamente. De esta manera el albatros consigue un planeo eficiente con un gasto mínimo de energía. Además, una
vez establecido el régimen de planeo, unos tendones especiales que tiene «bloquean» las alas para que prácticamente se sostengan extendidas solas, disminuyendo la fatiga del animal.

Pues bien, investigadores de la Universidad de Carintia, en Austria, llevan años estudiando cómo aprovechar este gradiente de viento oceánico para generar energía eólica aprovechable para el
ser humano. La cosa no es nada fácil: la idea general sería diseñar un aerogenerador que tendría que ser flotante para aprovechar el viento oceánico, de una cierta altura para captar el gradiente
altitudinal del viento, que es el factor del que el albatros extrae la energía para propulsarse, y debería incluir algún tipo de sistema rotacional para que las palas del aerogenerador pueda
moverse a lo alto del gradiente, simulando el movimiento de “surf” que hace el albatros. Los investigadores, Günther Pfeifhofer y Helmut Tributsch, han diseñado sobre el papel diversos modelos, pero aún no se ha llegado a probar ningún prototipo. Y, aunque un prototipo funcione, habría que ver cuán rentable es su uso.

El proyecto tendrá o no tendrá éxito. Pero el hecho que quiero destacar aquí es que la observación de los animales silvestres, en algún momento de nuestro incierto futuro, tal vez
pueda darnos una clave de supervivencia.

Eso si dejamos de matarlos y empezamos a respetarlos.

 

 

 

 

 

© Crónicas de Fauna 2021

Photos © Heiner Kuby / Phillip Richardson

Work

terabithia world’s wildlife photography

En el arte de la fotografía, que es por excelencia el arte de la oportunidad, una sola golondrina suele hacer todo el verano.

Sin embargo, también como las golondrinas, esa sola fotografía sumaria no hubiera sido posible sin todas las otras

gabriel garcía márquez

Periodista

Nobel de Literatura 1982