LOS BENEFICIOS
MENTALES DE LA
CONTEMPLACIÓN DE
LA FAUNA SILVESTRE
EUGENIO FERNÁNDEZ
Crónicas de Fauna / Terabithia Press
Hoy 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental. Este día pretende dar visibilidad a todo ese complejo entramado de transtornos y tratamientos que afectan a nuestra mente, algo que hasta ayer mismo ha estado envuelto en el estigma y el secretismo, y se trata no de normalizar sino de que las personas que tienen este tipo de transtornos (el que sea y de la gravedad o levedad que sea) dejen de sentirse señalados, discriminados y estigmatizados por ello.
Por eso se me ha ocurrido poner de manifiesto cómo la mera existencia de la vida salvaje puede ayudar a mantener nuestra mente sana, y nuestra salud mental en buen estado. Fijémonos en los niños: ¿no recordáis la cara de felicidad y absoluto asombro que muestran cuando ven un animal silvestre? Incluso cuando somos mayores, recordamos nítidamente algún episodio de nuestra niñez, adolescencia o madurez en el que pudimos contemplar a placer un animal silvestre, el que sea (pero normalmente cuando más grande es, mayor es la impresión que causa en nosotros).
Contemplar animales en libertad provoca un profundo sentido de bienestar, que ayuda a alcanzar mayores cotas de salud mental. No sólo por la contemplación del animal en sí, con su forma, su color, su actividad y su belleza sino también por haber sido capaces de “penetrar” en los secretos de la Naturaleza y sentirnos parte de ella.
Si esto sucede cuando experimentamos un encuentro más o menos fortuito con un animal silvestre, el efecto se amplifica cuando somos nosotros quienes “buscamos” a la fauna explorando un paisaje dado, buscando los rastros e indicios que la presencia de la fauna siempre deja, y logrando nuestros objetivos al determinar la presencia de un animal determinado en aquella zona: nuestros sentidos se aguzan y nuestra atención obtiene la máxima concentración (lo que en corrientes psicológicas modernas se denomina mindfulness) porque necesitamos estar alerta para localizar, observar, identificar, etc.
Puede decirse, siguiendo a los especialistas, que buscar y contemplar fauna silvestre nos lleva a un estado de “fluidez” física y psicológica, que se produce un “despertar” de nuestros sentidos adormilados y estresados por la extrema estimulación de la ciudad y los quehaceres diarios, que adquirimos otra sensación del tiempo cronológico e incluso una sensación de plenitud espiritual dependiendo de cada persona y su manera de pensar al respecto.
Pero para que todo este proceso de bienestar psicológico se produzca tiene que haber fauna silvestre que localizar o contemplar. Por eso, siempre que alguien me pregunta “¿por qué/para qué hay que conservar tal o cual animal?”, aparte de su propio valor intrínseco, siempre respondo que la mera presencia de la fauna silvestre provoca importantes beneficios mentales para los propios seres humanos. ¿No sería esta una razón de peso por sí misma?
El ser humano salió de la Naturaleza y luego se separó de ella. Pero en lo más íntimo de nuestra alma y nuestro ser, el humano anhela volver a la Naturaleza. Y de ahí en parte ese estado de bienestar mental ante un animal silvestre que pasa por ahí ante nosotros. Es como si nos dijera: “Bienvenidos a casa”.
Fotos / © The European Nature Trust / FOP / Terabithia Stock Eduardo Fernández García /